He venido a ser libre.
1
Nacemos y nos venden la idea de que todos somos diferentes, de que el mundo rebosa de una heterogeneidad que yo clamo falsa. Plástica. Somos tan absurdos de creernos que el prójimos es diferente, que lo que nosotros podamos sentir está a horas luz de lo que esa chica en la parada del autobús está sintiendo. Somos tan pedantemente egocéntricos que nos llegamos a creer que nuestros problemas siempre son peores y más relevantes que los del resto. ¿Y, esto, de qué va? De intentar vaciar mi mente enferma y que, tal vez, alguien sea lo suficientemente humilde para admitir que las preocupaciones que dicto mías, suyas también son. Y tuyas. A fin de cuentas, todos somos iguales cuando la bestia que encierra nuestro corazón araña y empuja las paredes del músculo para que el doctor pueda decirnos con total seguridad que seguimos vivos. Nosotros no, no nos engañemos. Nosotros no hemos vivido, ni vivimos, ni viviremos hasta liberar aquella bestia que encierra nuestro cuerpo. Somos una mera sombra de nuestros impulsos, de nuestros miedos y de nuestros más anhelados deseos. Somos lo que nos han permitido ser. Y lo peor es que hemos aprendido a lidiar con ello, tomando nuestras propias elecciones dentro de un marco moral, social. Hemos sucumbido a la presión. Todos. Hemos aprendido a amar como se nos ha dicho que se ama. A apreciar a quienes nos han indicado que eran apreciables. A admirar aquellos que debe admirarse. Y joder cómo duele. "El amor no es amor si no duele", "quien bien te quiere te hará llorar",... Mierdas varias. ¡El amor no tiene que doler, que no es una jodida vacuna ni alcohol en una herida abierta! Y el primer y último amigo que me hizo llorar ahora lleva dos años sin hablarme. Que alguien me diga, por favor, que también está harto de seguir el camino como un borrego. No me meteré en camisas de sesenta y nueve varas opinando de religión o política. No he venido a vender una ideología, que sí una nueva manera de sentir, vivir y actuar en consecuencia. He venido a criticar, a mofarme, a sanarme a mí misma, a dejar de ser humana. He venido a aprender a ser la bestia que llevo dentro. He venido a ser libre. Y os aseguro que, cuando lo sea, no volveré al lugar del que todos venimos. Habré evolucionado, al fin.
Mordiscos románticos en la yugular y tal.
Núria.

Totalmente de acuerdo, somos unos completo egocéntricos y encima nos creemos que somos autènticos cuando solo actuamos según lo que nos han enseñado y no por nuestras propias experiencias.
ResponderEliminar